La presión del pulso baja, o la presión arterial baja, no siempre es indicativo de un problema de salud y generalmente no es alarmante para los médicos a menos que el paciente muestre otros síntomas causados por la presión arterial baja, según la Asociación Americana del Corazón. Estos síntomas pueden incluir mareos, aturdimiento, desmayos, sed o deshidratación inusual, incapacidad para concentrarse, visión borrosa, náuseas, sensación de congestión, piel fría o pálida, respiración rápida y superficial, fatiga y depresión.
Si el paciente presenta síntomas asociados con la presión arterial baja, puede indicar algunos problemas de salud que pueden o no ser graves, como lo señaló la American Heart Association. Las condiciones de salud no graves que conducen a la presión arterial baja incluyen el embarazo (las mujeres embarazadas a menudo experimentaron una disminución de la presión arterial durante las primeras 24 semanas de embarazo), el uso de ciertos medicamentos (diuréticos y otros medicamentos utilizados para tratar la hipertensión, entre otros medicamentos, puede llevar a presión arterial baja) y deficiencias nutricionales (un paciente con deficiencia de vitamina B-12 o ácido fólico puede sufrir de anemia, lo que puede ocasionar presión arterial baja).
Los problemas más graves relacionados con la presión arterial baja incluyen una pérdida repentina del volumen de sangre debido a un trauma o lesión; problemas cardíacos como la bradicardia, que pueden hacer que el corazón no bombee la sangre de manera eficiente a través del cuerpo; anafilaxia, que es una reacción alérgica grave que es un tipo de shock que puede provocar problemas respiratorios y disminuir la presión arterial; o shock séptico, que es una infección grave que se produce cuando las bacterias abandonan el lugar de una infección y entran en el torrente sanguíneo, produciendo toxinas y afectando los vasos sanguíneos.