El cobre se vuelve negro como resultado de la oxidación. Esto sucede cuando hay una reacción entre el oxígeno y la condensación de la humedad, el agua o la lluvia. Cuando el oxígeno que entra en contacto con el centavo se disuelve, se produce la oxidación y deja el color negro.
En entornos marinos, urbanos e industriales, el cobre tiende a resistir bien la corrosión. La temperatura, la humedad y la contaminación tienen un impacto en la corrosión del cobre. Inicialmente, el cobre comienza a opacarse y se oscurece, pero después de varios años, el cobre adquiere un color negro. La última etapa del proceso hace que el cobre se vuelva verde debido a las concentraciones variables de carbonato, sulfato de cobre y sales de cloruro.