En psicología, una relación funcional es una relación en la que el valor de una parte depende del valor de una segunda parte. Una relación se considera funcional cuando hay respeto, responsabilidad y resiliencia. Una relación funcional ofrece un entorno emocionalmente seguro para las personas involucradas y respeta la privacidad del espacio.
Una relación se clasifica como funcional o disfuncional, aunque incluso las relaciones funcionales experimentan aspectos de disfunción en algún momento. Para hacer que la relación sea funcional, las partes en una relación permanecen comprometidas con la relación y se adaptan a los desafíos y decepciones en el curso de la relación.
Los factores que comprometen una relación funcional incluyen la distribución de la culpa, las amenazas de salir de la relación y el dominio. La falta de perdón y la tenencia de rencores contribuyen significativamente a una relación disfuncional. Los argumentos de ganador o perdedor son característicos de una relación disfuncional. La propiedad emocional de la otra persona también conduce a un entorno disfuncional.
En una relación funcional, las partes se apoyan mutuamente, cuidando y aceptando los sueños de la otra parte. Las relaciones funcionales se basan en la lealtad, lo que significa que los miembros se confían mutuamente, sin revelar los asuntos íntimos a terceros sin el consentimiento del otro. En una relación funcional, las partes se escuchan mutuamente y aceptan puntos de vista opuestos. Las relaciones funcionales permiten que las partes crezcan y cambien.