El comportamiento defensivo ocurre cuando un individuo reacciona ante una amenaza percibida y comienza a usar medidas de autoprotección. Los comportamientos defensivos vienen en una variedad de formas, pero generalmente la persona se vuelve agitada, más fuerte y más animada.
Los comportamientos defensivos se derivan de mecanismos de defensa primitivos que ayudaron a los ancestros humanos a sobrevivir, tanto física como psicológicamente. Cuando nos enfrentamos a una amenaza, el impulso para luchar o huir entra en juego, y cuando no hay un lugar al que ir, es natural que una persona quiera luchar. Al mostrar comportamientos defensivos, un individuo se está preparando para la pelea, ya sea física o mental.
Cuando una persona está exhibiendo conductas defensivas, está agitada y tiene adrenalina bombeando a través de su cuerpo. Se vuelve más fuerte y trata de parecer más grande. Este es un intento natural de intimidar la amenaza.
El impulso primordial de recurrir a comportamientos defensivos también ocurre cuando alguien se siente frustrado y tiene dificultades para verbalizar pensamientos y sentimientos. Cuando un niño pequeño tiene un berrinche, es a menudo porque está enojado y no puede encontrar otra manera de expresar la emoción. El berrinche alivia el estrés y se convierte en una salida para la adrenalina. Una persona a menudo no es consciente de que está exhibiendo estos comportamientos.