La urbanización en los países pobres ocurre como resultado natural del desarrollo económico. Cuando los países ven un crecimiento en la industria, una parte significativa de la población migra hacia las ciudades para encontrar trabajo y facilitar el acceso a los recursos básicos.
Es necesario un cierto grado de urbanización para que los países en desarrollo reduzcan los niveles de pobreza. Más del 80 por ciento de los bienes y servicios del mundo provienen de ciudades, y generalmente se consideran centros para el crecimiento económico. Los habitantes de las ciudades tienen más probabilidades de tener acceso a servicios de saneamiento y electricidad. Hay mayor acceso a agua limpia. La tasa de mortalidad infantil es más baja y las condiciones de vida básicas son significativamente mejores que en las zonas rurales.
Es posible que demasiada urbanización tenga un efecto negativo en el desarrollo de una nación pobre. A medida que las ciudades se expanden, es necesario formar una infraestructura que permita que la riqueza fluya también en áreas suburbanas y rurales. El aumento de la urbanización provoca una sobrecarga de población en las ciudades, y la vivienda y los recursos se vuelven difíciles de encontrar. Esto crea barrios marginales y personas sin hogar.
Los gobiernos de los países en desarrollo acogen los beneficios económicos y sociales de la urbanización. Sin embargo, están igualmente preocupados por invertir en transporte y telecomunicaciones, lo que permite que la población permanezca distribuida equitativamente.