Las imágenes posteriores se producen cuando los receptores de color en el ojo se fatigan. Cuando el ojo está expuesto a un fondo blanco o brillante, los receptores de color fatigados no funcionan tan eficientemente, lo que hace que informen un desequilibrio de colores al cerebro que se traduce en imágenes posteriores.
Las imágenes posteriores son ilusiones ópticas que parecen como si una imagen estuviera persistente incluso cuando la exposición visual ha terminado. Se pueden dividir en dos categorías, positiva y negativa.
Las imágenes posteriores positivas conservan los colores originales de la imagen, mientras que las imágenes secundarias negativas invierten los colores. Las imágenes secundarias positivas se ven idénticas o similares a la imagen original, que se ven con más frecuencia cuando se cierran los ojos repentinamente. Durante unos segundos, la escena permanece visible a pesar de que los ojos se cierran. El fenómeno no se comprende bien, pero se cree que proviene de la inercia de la retina, en la que las células tardan en responder a la repentina ausencia de estímulos. Son extremadamente rápidos y duran solo unos pocos cientos de milisegundos.
Las imágenes secundarias negativas son más distintas y se piensa que están causadas por la teoría del proceso del oponente de la visión del color. Ubicados en la retina del ojo, las barras y los conos son responsables de capturar y reportar imágenes y colores al cerebro y son un componente clave en la creación de imágenes posteriores.