No hay una curva de oferta en un mercado monopolístico porque el monopolista busca en la curva de demanda del mercado el precio que maximiza las ganancias, en lugar de simplemente aceptar el precio del mercado. Debido a que solo hay un vendedor, el monopolista tiene poder de mercado.
Los economistas reconocen cuatro estructuras de mercado: competencia perfecta, competencia monopolística, oligopolio y monopolio. La competencia perfecta y el monopolio son estructuras opuestas. Bajo la competencia perfecta, hay muchos vendedores que venden un producto uniforme a los compradores, que tienen información completa del mercado. Los vendedores individuales no tienen control sobre el precio y enfrentan la tradicional demanda con pendiente descendente y las curvas de oferta con pendiente ascendente. Los mercados para productos agrícolas, como el maíz y la soja, son ejemplos de mercados perfectamente competitivos.
En contraste, un monopolio tiene solo un vendedor. Las altas barreras de entrada, como los obstáculos reglamentarios, los altos requisitos de capital y las ventajas tecnológicas impiden que los competidores ingresen al mercado. El monopolista determina su precio de maximización de ganancias y luego suministra una cantidad de bienes que le permite alcanzar ese precio. Por lo tanto, no hay curva de oferta. La compañía eléctrica en un área determinada y los equipos deportivos profesionales son ejemplos de monopolios.
Debido a la capacidad de extraer beneficios excesivos de un mercado, los monopolios son indeseables. Los gobiernos aprueban leyes para prevenir los monopolios y, cuando es inevitable, regular su poder.