Los humanos son animales sociales, y los cerebros de los humanos están conectados para trabajar en concierto con quienes los rodean. Las presiones sociales también son fuertes, y muchas personas tienen un fuerte deseo de adaptarse. La conformidad tiene ventajas evolutivas que ayudaron a los humanos primitivos.
Históricamente, los humanos han necesitado llevarse bien y trabajar juntos para sobrevivir. Los seres humanos solían vivir estilos de vida nómadas, y tenían que depender unos de otros para obtener alimentos, encontrar agua y construir un refugio. Después de que los humanos comenzaron a establecerse, formaron pequeñas comunidades donde todos tenían que ayudar. El instinto natural de conformarse probablemente ayudó a las personas tempranas a sobrevivir y prosperar. Los estudios han demostrado que el deseo de conformarse está parcialmente conectado.
Sin embargo, hay razones sociales por las cuales las personas también se conforman. Muchas personas valoran que se les acepte, y es útil ajustarse en cierta medida. Además, la mayoría de las personas tienen una aversión natural a los conflictos. Al menos tácitamente conformarse, las personas pueden asegurarse de que no están constantemente involucrándose en argumentos.
Algunas personas se enorgullecen de no ser conformistas, y muchas personas luchan contra la conformidad durante la adolescencia. Sin embargo, los jóvenes suelen superar esta fase, y muchos finalmente se dan cuenta de que cumplir con las normas y costumbres sociales les ayuda a construir amistades y evitar conflictos innecesarios como adultos.