Las causas comunes de las coníferas moribundas son la deshidratación, las plagas, el envenenamiento químico y enfermedades como el tizón de la punta de diplodia y la phomopsis. Otras condiciones hacen que las agujas de coníferas se vuelvan de color marrón o amarillo, pero no matan a los árboles. Las agujas periódicas y los cambios de color episódicos también forman parte del ciclo de crecimiento normal de las coníferas.
El examen cuidadoso a menudo revela la causa de síntomas alarmantes e indica la gravedad del problema. El primer paso es identificar las especies arbóreas. Esta información es esencial porque determina lo que se considera normal. Otros factores importantes incluyen la edad del árbol y la estación.
Muchas coníferas arrojan sus agujas interiores cada otoño. Esto deja espacio para un nuevo crecimiento y es un aspecto natural del ciclo de vida de las coníferas, pero las personas que no están familiarizadas con estos árboles a menudo temen que estén muriendo o gravemente enfermas.
Los cambios de color en las agujas exteriores son anormales y, a menudo, son sintomáticos del tizón de la punta de diplodia, una infección por hongos que se manifiesta en la primavera y mata agujas nuevas. Los árboles que sufren de tizón de la punta de diplodia también desarrollan pequeños puntos negros en sus ramas. La estrategia más efectiva para prevenir esta afección es podar las ramas heridas e infectadas para que el hongo no se incube en el árbol durante todo el invierno. Las herramientas de poda esterilizantes también previenen la transmisión de hongos.