Es mejor enjuagar los platos con agua caliente en lugar de fría, porque el agua caliente tiene más poder de limpieza. El agua caliente también facilita el lavado de los platos y elimina la necesidad de una gran cantidad de líquido para lavar los platos.
Las bacterias y los microorganismos se acumulan en los platos sucios, y el agua caliente es la mejor manera de matarlos. Sin un fregadero doble, se debe usar un recipiente para enjuagar los platos. Si la temperatura del agua del lavaplatos es inferior a 90 grados Fahrenheit, una película grasosa puede cubrir los platos que se secan, dejando los platos sin limpiarlos por completo.
Para mantener las manos seguras al lavar y enjuagar los platos con agua caliente, se recomienda usar guantes de goma. Para evitar la recolección de nuevas bacterias, las esponjas, los restregadores y los raspadores nunca deben sentarse en agua de lavar platos. Los paños de cocina deben lavarse para protegerse contra los gérmenes y los olores.
El agua fría no se seca tan rápido en los platos, y cuando se usa, los platos deben secarse a mano. A medida que los paños de cocina se humedecen, se infectan con más bacterias, lo que ensucia los platos nuevamente. El uso de agua caliente permite que los platos se sequen al aire de forma natural. Un estante para platos permite que el exceso de agua se drene, sin dejar manchas o rayas en los platos secos.