La diplomacia moral es una política de relaciones exteriores que solo apoya a otras naciones cuyos gobiernos mantienen estándares éticos aceptables. Esto difiere significativamente de la diplomacia del dólar, que se centra en proteger y aumentar los intereses materiales en territorio extranjero, independientemente de la postura moral de un país.
El presidente Woodrow Wilson, que sirvió desde 1913 hasta 1921, creó la política de diplomacia moral como una inversión de la política de la diplomacia del dólar de la administración anterior. En su discurso del 4 de julio de 1914, Wilson explicó que creía que la Declaración de Independencia establecía la expansión de la democracia como un deber del gobierno y la responsabilidad de cada patriota. La diplomacia moral promueve esos fines utilizando únicamente intereses financieros que apoyan la reforma y reteniendo la inversión o el desarrollo comercial en países donde se niegan los derechos humanos y la libertad.
La diplomacia del dólar, establecida por el presidente William Howard Taft, se convirtió en el objetivo de la diplomacia de expandir la inversión y proteger los intereses comerciales estadounidenses en todos los mercados extranjeros, independientemente de que esos países fueran de naturaleza democrática. En su Discurso al Congreso en 1912, centrado principalmente en América Central, el Caribe y China, Taft expresó su convicción de que la expansión de los mercados estadounidenses en el extranjero fomentó la estabilidad política de los países extranjeros al alentar su crecimiento económico. En teoría, tal crecimiento promovió la paz. La historia demuestra que el aumento de las participaciones estadounidenses en el extranjero no fomentó la paz ni la estabilidad política exterior.