Cuando la grasa representa más del 5 o el 10 por ciento del peso del hígado, ha pasado de ser un hígado sano a un hígado graso. Si este es el caso, el hígado alcohólico o no alcohólico la enfermedad puede haberse establecido, de acuerdo con WebMD.
La enfermedad hepática alcohólica, o ALD, es el resultado del abuso o uso excesivo de alcohol. En los Estados Unidos, más de 15 millones de personas beben en exceso a partir de 2015, y al menos el 90 por ciento de ellas desarrolla un hígado graso. Esto puede establecerse después de consumir cantidades moderadas a grandes de alcohol. La genética tiene un fuerte efecto sobre la enfermedad hepática alcohólica, ya que los genes pueden influir en los hábitos de consumo de alcohol, así como el potencial de desarrollar alcoholismo. Los genes también pueden influir en las enzimas hepáticas que metabolizan el alcohol, señala WebMD.
La enfermedad hepática grasa no alcohólica, o NAFLD, es la causa más frecuente de enfermedad hepática crónica en los Estados Unidos, y adopta dos formas: hígado graso y esteatohepatisis no alcohólica o NASH. La NASH puede causar daño hepático permanente con el tiempo, a medida que el órgano crece y el tejido cicatrizado reemplaza a algunas de las células sanas en un proceso llamado cirrosis. Esto evita que el hígado funcione correctamente y puede causar cáncer de hígado, insuficiencia hepática e incluso fatalidad relacionada con el hígado. El hígado graso no es una condición grave si no produce daño o inflamación, pero las personas con hígado graso tienen un riesgo elevado de daño grave, afirma WebMD.