Cuando la temperatura de una protoestrella sube más de 10,000,000 K, se convierte en una verdadera estrella. A esta temperatura, la fusión de hidrógeno comienza a ocurrir. La fusión calienta la estrella, contrae el núcleo y hace que la estrella emita luz. Una protoestrella debe tener 0.08 masas solares para convertirse en una estrella.
Una protoestrella comienza como una nube de gas. A medida que su alta gravedad hace que la nube se colapse, comienza a girar y crea un campo magnético. En este punto, la protoestrella suele estar oculta por nubes de gas. A medida que el campo magnético crea un viento estelar, sopla el gas y las partículas, revelando la estrella en formación.