Los primeros síntomas de la enfermedad de Lou Gehrig, también conocida como ELA, incluyen debilidad muscular en las manos, brazos o piernas, espasmos musculares y dificultad para proyectar la voz, describe la Asociación ALS. En etapas más avanzadas, los pacientes tienen problemas para tragar y respirar y, a menudo, tienen dificultad para respirar.
Los primeros síntomas de la ELA suelen ser tan leves que los pacientes los pasan por alto, explica la Asociación de ELA. Los síntomas aparecen en diferentes órdenes para diferentes pacientes. Algunos pueden notar primero que tienen dificultades para levantar objetos, mientras que otros pueden experimentar dificultad para hablar. Sin embargo, a medida que se desarrolla la enfermedad, todos los pacientes experimentan una extrema debilidad muscular y una parálisis que se extiende desde las piernas y los brazos hacia el tronco del cuerpo, lo que evita que los pacientes traguen, hablen y respiren.
La mayoría de los pacientes viven entre tres y cinco años después de haber sido diagnosticados con ELA, según la Asociación ALS, pero un número pequeño vive durante 10 años o más. En las últimas etapas de la enfermedad, los pacientes requieren apoyo de ventilación para poder respirar. Dado que las neuronas sensoriales no se ven afectadas por la afección, los pacientes conservan la capacidad de probar, oír, oler y sentir el tacto.
No existe una prueba única para detectar ALS, según la Asociación ALS. Por lo general, esta enfermedad se diagnostica descartando otras posibles explicaciones de los síntomas de un paciente. Se puede utilizar una combinación de pruebas que incluyen punciones espinales, biopsias musculares, estudios de sangre y orina para diagnosticar la ELA.