El Protocolo de Kyoto ofrece un marco para alentar a los países a reducir sus emisiones de carbono antes de que el cambio climático se convierta en un problema insuperable, pero contiene una serie de lagunas y los efectos económicos pueden ser significativos. Varios signatarios han Abandonó el protocolo desde su ratificación, mientras que otros se negaron a unirse.
Una queja común sobre el Protocolo de Kyoto es su aplicación desigual. Los países desarrollados fueron los primeros a los que apuntaron sus directrices, mientras que los países en desarrollo recibieron exenciones de sus restricciones. Si bien este es un reconocimiento importante de la riqueza relativa y la capacidad económica de varios países, ha permitido a los países en desarrollo, como China y la India, evitar una serie de restricciones clave de gases de efecto invernadero. Dado que estos países se están industrializando y producen más contaminación en el proceso, esto se puede ver como una escapatoria potencialmente peligrosa.
Los efectos económicos son otro problema comúnmente citado con el Protocolo de Kyoto. Como los combustibles fósiles son generalmente más baratos que los renovables, reducir las emisiones significa cambiar a fuentes de energía más caras o gastar grandes cantidades de dinero en tecnologías de control de emisiones. Además, los países que ratifican el tratado pero no logran los recortes esperados en las emisiones se enfrentan a sanciones económicas.
Sin embargo, con todos sus problemas, el Protocolo de Kyoto aborda un problema importante que abarca todo el mundo y ha aumentado la conciencia sobre la amenaza potencial del cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero.