Los posibles peligros del fosfato tricálcico incluyen irritación respiratoria y neumoconiosis si se inhala, o irritación ocular y trastornos digestivos si se ingieren. El fosfato tricálcico no se considera una sustancia peligrosa según las normas de seguridad.
Si se inhala una pequeña cantidad de fosfato tricálcico, puede causar cierta irritación. Tras una inhalación prolongada y repetitiva, pueden producirse efectos secundarios respiratorios más graves, como la neumoconiosis. Los peligros de la exposición de la piel son mínimos. Si el polvo penetra en los ojos, es posible que se produzcan irritaciones y problemas de visión temporales. Si se ingiere una pequeña cantidad de fosfato tricálcico, puede causar un mínimo de molestias digestivas. Si se ingiere una gran cantidad, puede causar vómitos, diarrea, náuseas y calambres abdominales.
Si se inhala, el mejor tratamiento es la exposición al aire fresco o al tratamiento con oxígeno. La respiración artificial puede ser necesaria si se inhala una gran cantidad. En caso de contacto con la piel o los ojos, enjuague la piel o los ojos con agua. Si se ingiere fosfato tricálcico, enjuague la boca, pero no induzca el vómito.
El fosfato tricálcico no es inflamable. Para estar en el lado seguro, no entre en contacto con derrames. Si se produce un derrame a gran escala, se debe evitar que la sustancia llegue a vías fluviales, drenajes y alcantarillas. El fosfato tricálcico debe almacenarse en recipientes cerrados.