Una de las razones del Gran Cisma fue el desacuerdo de Michael Cerularius con la práctica católica de no permitir que los miembros del clero se casen. Otra razón fue la adición de la Iglesia latina al término "filioque" al Credo de Nicea. Una tercera razón ocurrió cuando Cerulario excomulgó a los obispos de Constantinopla por usar el término.
El Credo Niceno-Constantinopolitano originalmente se refería al Espíritu Santo como procediendo solo del Padre. Sin embargo, la adición del término "filoque" en Occidente implicaba que el Espíritu Santo procede tanto del Padre como del Hijo. Michael Cerularius, que era patriarca de Constantinopla en el momento del Gran Cisma, no estuvo de acuerdo con esta inclusión, lo que lo llevó a excomulgar a los obispos que siguieron el ritual occidental de usar el término y cerrar sus iglesias. Esta acción enfureció al Papa Leo I en Roma.
Aunque el Papa Leo insistió en que Cerulario se sometiera a su autoridad, Cerulario se negó, y el Papa Leo envió legados para hablar con Cerulario. El Papa Leo murió antes de la discusión, y Cerulario se negó a hablar con el Cardenal Humbert, el jefe de los legados, percibiendo que su comportamiento era grosero. Como resultado, los legados pusieron un toro de excomunión en el altar de Santa Sofía contra Cerulario. Tras esta decisión, la Iglesia se dividió en iglesias ortodoxas orientales y católicas romanas.