Los nombres de los ángeles caídos incluyen a Lucifer, Beelzebub, Leviathan, Asmodeus, Berith, Astaroth, Verrine, Gressil, Sonneillon y Belial. El Libro de la Revelación y la tradición cristiana sostienen que Lucifer lideró una tercera parte Ángeles en una rebelión contra el plan de Dios para la humanidad. Lucifer y sus fuerzas fueron derrotados y arrojados del cielo. Los ángeles caídos se convirtieron en demonios, y en el uso moderno, los dos términos son generalmente sinónimos.
Los demonólogos cristianos sostienen que los ángeles caídos tienen las mismas características que sus homólogos celestiales; son seres espirituales inmortales con intelectos preternaturales. El Nuevo Testamento contiene varios relatos de Jesucristo exorcizando demonios de individuos poseídos, como el hombre con el espíritu inmundo en Marcos 1, o el demoniaco Gerasene en Lucas 11. Los exorcistas clasifican la actividad demoníaca en diferentes niveles. Todos los creyentes están sujetos a la tentación ordinaria, donde el demonio tienta a alguien a pecar. La infestación demoníaca ocurre cuando una presencia maligna afecta a casas u otros objetos inanimados. La opresión diabólica toma la forma de dolencias físicas, que van desde una leve molestia hasta una enfermedad grave. La obsesión diabólica se manifiesta por pensamientos obsesivos de los cuales los enfermos no pueden liberarse, a menudo tentándolos al suicidio. La forma más peligrosa es la posesión completa donde el demonio toma el control total del cuerpo de una persona.