Los ejemplos de estímulos externos incluyen cambios en la temperatura, imágenes, sonidos, sabores y olores que pueden afectar el cuerpo y la mente. Los estímulos externos afectan a uno desde afuera, todo lo que toca a uno de los cinco sentidos.
Los estímulos externos pueden afectar las habilidades y elecciones de una persona para tomar decisiones. Por ejemplo, cuando una persona tiene hambre y ve una rebanada de pizza, los estímulos internos desde dentro del cuerpo, como un gruñido estomacal, salivación y dolor de hambre, indican la necesidad de alimentos; El factor externo, la porción de pizza que una persona está viendo a través de la vista, sirve como estímulo externo.
Otros ejemplos de estímulos externos incluyen anuncios televisivos y comerciales, una vitrina en una tienda de ropa o una recomendación de un producto. Todos estos ejemplos invocan uno o más de los cinco sentidos.
Los estímulos externos también pueden afectar la capacidad de una persona para desempeñarse con concentración concentrada. Por ejemplo, al practicar un deporte, factores como la lluvia o la nieve pueden impedir la capacidad física de un atleta. Las multitudes hostiles, las malas condiciones de campo y las llamadas injustas de los funcionarios también sirven como estímulos externos que pueden descarrilar o motivar aún más a un atleta. Los pensamientos negativos y el diálogo interno que afectan el rendimiento son ejemplos de estímulos internos.