Los ejemplos de adaptación sensorial incluyen la adaptación a la luz y la oscuridad, la audición, el olfato, el tacto y la coordinación ojo-mano. La adaptación sensorial ocurre cuando la adaptación sensorial en animales cambia según su sensibilidad al estímulo. p>
Los ejemplos más destacados de adaptación sensorial en humanos son la adaptación a la luz y la oscuridad. Por ejemplo, cuando oscurece, la pupila en el ojo se agrandará, dejando entrar tanta luz como sea posible. Cuando hay luz, la pupila se cierra para permitir solo la luz necesaria. Los conos y bastones, o los receptores de color en el ojo, también se vuelven más sensibles en situaciones oscuras.
El cuerpo humano también se adapta a diferentes sonidos. Cuando el oído humano está sujeto a sonidos fuertes y prolongados, los músculos de la oreja se contraen, bloqueando parte del sonido para no dañar el oído interno.
La adaptación táctil es otra forma de adaptación sensorial. Si las temperaturas no son demasiado extremas, el cuerpo no tarda mucho en adaptarse ajustando su propia temperatura para que coincida con la de su entorno. Se puede ver evidencia de esto cuando una persona toma un baño muy caliente o frío. Puede sentirse demasiado caliente o demasiado frío al principio, pero el cuerpo se aclimata rápidamente a la nueva temperatura.
Finalmente, el cuerpo humano se adapta para oler muy rápidamente. Aunque la nariz detecta rápidamente un nuevo olor, después de unos momentos, la nariz ya no le presta atención y pasa desapercibida.