La temperatura más baja para pintar en el exterior es de 50 grados Fahrenheit. Si hace más frío, la pintura no se adherirá correctamente.
El frío excesivo hace que la pintura se espese, por lo que no se continuará sin problemas y no fluirá en grietas y grietas. La pintura fría puede volverse grumosa. La pintura no se secará de la manera debida si la temperatura es demasiado baja, ya que necesita el calor para configurarse. El aire frío significa que la pintura no se absorberá en el material con el que se supone que se debe adherir, como la madera o el metal. La temperatura exterior ideal para pintar es entre 50 F y 90 F. Las temperaturas superiores a 90 F pueden hornear la pintura en lugar de secarla adecuadamente.