La ética profesional son pautas formales establecidas por una empresa o asociación, mientras que los valores profesionales son personalizados y subjetivos. Por ejemplo, un valor para muchos profesionales es llegar cinco minutos antes de las reuniones, pero cinco minutos antes. No es un estándar ético.
Los valores profesionales se derivan de las observaciones y experiencias de una persona. Una persona que ha tenido que esperar constantemente a que otros se presenten a las reuniones puede valorar el hecho de ser temprano, mientras que una persona que ha tenido más suerte con las reuniones que comienzan a tiempo puede atribuir menos valor a la puntualidad.
La ética profesional son reglas formales establecidas por empresas, organizaciones, asociaciones y similares. Se espera que todas las personas en una empresa u organización sigan estos principios y pueden ser reprendidas por violaciones. Por otro lado, las personas que violan los valores profesionales de otra persona probablemente no tendrán consecuencias oficiales porque los valores son muy subjetivos.
Los valores y la ética no siempre se alinean. Por ejemplo, una persona puede valorar la transparencia total, pero la ética de la empresa puede prohibir que la persona esté completamente abierta con la familia sobre lo que hizo en el trabajo ese día. Los valores profesionales son ideales que cada persona tiene para sí misma. Puede que ni siquiera se hayan pensado o analizado conscientemente. La ética profesional es mucho más formal y trae más consecuencias.