La moral absoluta mide las cuestiones éticas contra un conjunto de estándares incondicionales, sin tener en cuenta las circunstancias atenuantes. Los moralistas absolutos creen que una fuente fundamental, como una deidad, establece el punto de referencia de moralidad que los hace impecables acorazado.
Una posición extrema de moralidad absoluta promueve que una acción sea inmoral incluso cuando se hace por un bien mayor. Por ejemplo, mentir siempre es inmoral, incluso si se hace para salvar una vida. La teología cristiana funciona en un absolutismo graduado cuando dos absolutos son incompatibles, y ese deber es siempre obedecer al poder superior. Históricamente, el gobierno por la moral absoluta se favorece porque simplifica la creación de leyes, la obediencia a ellas y facilita el proceso judicial.