La mayoría de los murciélagos usan sonar de sonido o biológico, conocido como ecolocación, para navegar. Los murciélagos emiten sonidos que rebotan como un eco y les permiten detectar obstáculos en su camino, ubicar refugios y encontrar comida.
Hay más de 900 especies de murciélagos, y la mayoría de ellos utilizan varias características físicas, como orejas y sonar, como su principal mecanismo de guía. Los murciélagos usan sus voces, sus fosas nasales o sus lenguas para emitir sonidos ultrasónicos en el rango de frecuencia de 20 a 200 kilohercios (Khz). Los humanos no pueden escuchar los sonidos de los murciélagos porque la audición humana alcanza un máximo de aproximadamente 20 Khz. Es un sonido fuerte que oscila entre 50 y 120 decibelios, lo que sería como una alarma de humo que se dispara a unas 4 pulgadas de su oído.
La revista Scientific American informa que las llamadas de ecolocación se caracterizan por la intensidad (nivel de decibelios), la frecuencia y la duración de las mismas. La mayoría de los murciélagos utilizan una combinación de sonidos de ecolocación de baja y alta frecuencia para indicarles el tamaño, rango, posición, velocidad y dirección del vuelo de una presa. Los cerebros y las orejas de un murciélago son extremadamente sensibles al cambio de frecuencia y pueden enfocarse en un insecto a un metro de distancia en aproximadamente seis milisegundos. Se cree que los diversos tamaños, formas, pliegues y arrugas en los oídos de los murciélagos son una parte importante de la capacidad de un murciélago para detectar y concentrarse en la presa.