Un sistema hidráulico funciona según el principio de que la fuerza aplicada en un punto puede transmitirse a otro a través de un fluido incompresible, generalmente algún tipo de aceite. Los fabricantes de sistemas hidráulicos generalmente multiplican la fuerza manipulando el tamaño y superficie de las partes internas del sistema.
Una de las leyes más básicas de la mecánica permite que la fuerza se negocie por distancia. Los ingenieros utilizan este concepto al diseñar sistemas hidráulicos utilizando pistones y cilindros de varios tamaños y usándolos para aplicar una fuerza mayor de la que de otra manera sería posible sin la presencia de un fluido incompresible. Por lo general, esto significa que el operador de un dispositivo hidráulico aplica una fuerza menor en una distancia mayor para obtener el resultado de una fuerza grande en una distancia pequeña.
Uno de los dispositivos hidráulicos más simples y comunes es el partidor de troncos. Cuenta con un motor conectado a una bomba de aceite hidráulico, que funciona con una válvula que acciona un cilindro hidráulico que divide los troncos. Este dispositivo utiliza aceite de alta presión para transferir la fuerza creada por el motor al cilindro hidráulico, dividiendo el tronco y devolviendo el aceite de baja presión resultante al tanque. Luego, el operador puede retirar la manija, restablecer la máquina y volver a colocar el aceite de alta presión en su lugar.