Una comprensión del relativismo cultural puede llevar a una ventaja en los negocios internacionales, puede permitir a las personas obtener una mejor comprensión de su propio razonamiento moral y puede ayudar a evitar las trampas del etnocentrismo en un proceso de toma de decisiones. El marketing global, por ejemplo, requiere comprender cómo la cultura de un país objetivo desempeña un papel en las decisiones de compra de productos, y puede ser un factor crítico para el éxito. A nivel personal, un individuo puede obtener una mejor comprensión de sus propios patrones de estímulo-respuesta situacionales comparando sus reacciones con las de un individuo que experimenta una situación similar en una cultura diferente.
El etnocentrismo puede perjudicar significativamente un proceso de toma de decisiones cuando ese proceso involucra a las personas, la política o las instituciones de otra cultura. Un juicio erróneo potencialmente costoso puede resultar de imponer, por ejemplo, un punto de vista claramente norteamericano sobre las respuestas esperadas de individuos o grupos en una cultura asiática, africana o del Medio Oriente. Una conciencia efectiva del relativismo cultural procede de la perspectiva de que el juicio y los patrones de respuesta de un individuo son producto de su experiencia, y deben ser vistos de manera neutral y dentro del contexto de la cultura de un individuo.
El relativismo cultural y el etnocentrismo reflejan formas divergentes de examinar creencias y acciones. El etnocentrismo es el punto de vista más limitante porque asume que ciertos parámetros morales y sociales son evidentes, sin tener en cuenta que esos mismos parámetros pueden no ser evidentes, o pueden ser muy diferentes, dentro del contexto de otra cultura. En este sentido, la comprensión del relativismo cultural conlleva la ventaja de una mayor conciencia de la totalidad de la experiencia humana y de la dinámica detrás de las interacciones que tienen lugar entre las culturas y los condados a escala global.