Una ventaja de una economía tradicional es que tiende a ser más estable que una economía de mercado. Las economías tradicionales se basan en la tradición y las costumbres que las guían de una manera que tiene sentido para todos los participantes.
Una economía tradicional se basa, como su nombre indica, en tradiciones establecidas hace mucho tiempo. Típicamente, las economías tradicionales dependen de la pesca, la agricultura simple, la caza y la recolección. El medio de intercambio tiende a ser el trueque en lugar del dinero. A lo largo de los siglos, estas sociedades han desarrollado un sistema que sustenta a la comunidad y al entorno que los rodea. Aunque tales sistemas no siempre son equitativos, sí permiten que una comunidad persista indefinidamente siempre que el entorno no cambie drásticamente y que los forasteros no generen conflictos o ideas nuevas y potencialmente desestabilizadoras.
Aunque la mayoría de las economías tradicionales se han desvanecido, algunas comunidades todavía estructuran sus vidas de acuerdo con las costumbres de su historia. Uno de esos grupos es el Inuit. A pesar de que interactúan con otras economías basadas en el mercado a su alrededor, también participan en actividades tradicionales como la caza de ballenas, y dividen las ganancias de tales empresas de acuerdo con las formas antiguas. Sin embargo, la estabilidad de las economías tradicionales sufre graves amenazas cuando cambian las condiciones climáticas y sus tradiciones, que son inflexibles por naturaleza, no pueden adaptarse a las nuevas realidades del medio ambiente.