Quizás el mejor ejemplo de ironía en el cuento de Shirley Jackson "La Lotería" es que el premio es todo menos bueno; más bien, el "ganador" termina muriendo. La idea de que una pequeña ciudad haría de tal evento una tradición anual muestra las profundidades a las que la superstición lleva a la humanidad. Si bien la premisa no es necesariamente realista, se basa en suficientes verdades sobre la naturaleza humana para resonar como una historia poderosa.
El giro de la trama central no es el único ejemplo de ironía en "La Lotería". Otro ejemplo es el hecho de que Tessie (quien termina "ganando") casi se perdió el inicio de la lotería porque estaba en casa lavando sus platos. Otra más es que, una vez que se identifica a la familia de Tessie como la fuente del "ganador", ella pide que su hija y su yerno se vean obligados a participar en el sorteo fatal, para que todos tengan una oportunidad justa. Sabiendo que las reglas dictan que las hijas dibujan con las familias de sus esposos, ella todavía intenta poner en riesgo la vida de su hija. El organizador de la lotería, el Sr. Summers, tiene una disposición (y nombre) extrañamente positiva, especialmente dado el tipo de dibujo que tiene que realizar. Finalmente, el hecho de que un residente de esta ciudad haya sobrevivido a 77 loterías, y siga siendo el mayor partidario de la lotería, también es inesperado.