Las fuerzas sociales son fundamentales en el estudio de la sociología, moldeando la comprensión del campo del comportamiento social, y como tal, uno de los ejemplos más famosos (o infames) de las fuerzas sociales en el trabajo es la Simulación de Prisión Zimbardo, cuyo objetivo es para demostrar que las fuerzas sociales en el trabajo en un entorno carcelario fueron clave para moldear el comportamiento humano. Los participantes en el experimento actuaron de una manera que nunca creyeron posible, lo que demuestra que las fuerzas sociales tienen un impacto poderoso en el comportamiento humano en general.
La simulación tuvo lugar a principios de la década de 1970 en la Universidad de Stanford. La idea detrás del proceso fue explorar los efectos que los poderes de la situación y los roles sociales, o las fuerzas sociales, podrían tener en el comportamiento humano.
La hipótesis de Zimbardo era que eran las fuerzas sociales que trabajaban en el ambiente de la prisión lo que causaba el comportamiento respectivo de los prisioneros y los guardias, y no, como se argumentaba en ese momento, el hecho de que algunas personas estaban predispuestas a la guardia de prisiones comportamiento ya.
Se reclutaron voluntarios y se dividieron en grupos de guardias de prisiones y prisioneros. Los guardias recibieron órdenes estrictas de mantener el control, junto con uniformes y esposas. A los prisioneros se les asignaron números y se les dieron uniformes genéricos de prisión.
Inicialmente, después de unos días, los prisioneros se rebelaron. Esto fue detenido rápidamente por los guardias, quienes luego crearon y aplicaron reglas cada vez más insignificantes. A pesar de que algunos de los guardias afirmaron que estaban en contra de la violencia y eran pacifistas, su comportamiento cambió radicalmente debido a su rol social y otras fuerzas sociales.