La composición piramidal es una de las composiciones más fundamentales en el arte y la fotografía. En un retrato que sigue la composición piramidal, el cuerpo del sujeto forma una forma de triángulo vertical, con la cabeza en el centro superior del espacio vertical y los hombros y el cuerpo expandiéndose hacia abajo para formar una base ancha. El patrón es equilibrado y simétrico, lo que facilita el seguimiento del ojo humano.
Un ejemplo temprano de la composición de la pirámide es "La Virgen y el Niño con Santa Ana", una pintura al óleo de Leonardo da Vinci. En la composición, la cabeza de Santa Ana forma la parte superior del triángulo, mientras que el niño Jesús y un perro ayudan a formar la base del triángulo. Esta composición también fue popular entre Miguel Ángel, Rafael y otros artistas del Renacimiento.
Durante el período medieval, muchas figuras humanas fueron pintadas planas una al lado de la otra con una composición general que no tiene forma aparente. Durante el Renacimiento, los artistas se hicieron más conscientes de la composición, y fue entonces cuando la composición de la pirámide se hizo común. Las composiciones piramidales se encuentran a menudo en la naturaleza. Las montañas y los pinos son dos ejemplos. Los edificios altos también forman pirámides desde la perspectiva de un observador a nivel del suelo. Por esta razón, la composición de la pirámide se considera una composición agradable y natural.