Karl Marx es citado diciendo que "la religión es el opio de las masas". Sugirió que las personas estaban felices con su existencia, sin importar su condición, debido a la religión.
Marx no creía en la verdad invisible e identificaba a la religión como un ejemplo de eso. Sus teorías sobre los efectos de la religión sugieren que seguir una verdad invisible es fundamental para la superstición. Él comparó los sistemas de creencias basados en la fe a una droga, donde el seguidor tiene un falso sentido de conciencia. Marx sugirió que, como un opio, la fe ofrecía una ilusión de seguridad basada en un futuro desconocido. Además, creía que las personas religiosas soportaban situaciones difíciles de la vida a la espera de una vida futura gloriosa. Él teorizó que la difícil situación de los pobres no fue el resultado de la voluntad de Dios, sino que fue causada por la opresión. Abogó para que las personas se centren en la realidad de sus situaciones, lo que les permitiría oponerse a sus opresores. Además, vio la negativa a rebelarse como una forma en que los religiosos ayudaban a perpetuar los sistemas de desigualdad. Marx ha sido descrito como egoísta, lo que podría explicar su incapacidad para comprender el valor de la religión en la vida de los demás.