Los isabelinos creían que el destino era el principal factor de control en la vida de una persona y estaba simbolizado por la rueda de la fortuna. La rueda se usó para explicar los puntos altos y bajos de la vida de una persona, así como la aleatoriedad con la que ocurrieron esos puntos.
Se creía que la rueda mantenía la vida de todas las personas. Aquellas personas que obtuvieron una posición alta en la rueda de la fortuna, como reyes o nobles, podrían terminar como mendigos simplemente por una rotación de la rueda. El concepto de una rueda del destino también se usó para explicar los momentos fortuitas aparentemente aleatorios en la vida de una persona. Sin embargo, nadie sabía cuándo se detendría la rueda o dónde podría terminar una persona en la rueda.
Este concepto de destino eliminó la capacidad de una persona para controlar su propio destino. Tragedias shakesperianas como "Macbeth" y "King Lear" hacen uso de este concepto del destino para dramatizar la eventual caída de un personaje. En la obra "Macbeth", el personaje principal es una víctima de la rueda del destino cuando se eleva a una posición de poder político, y luego cae en la ruina y finalmente muere. En "King Lear", el conde de Kent también tiene una posición de poder, pero finalmente es desterrado por el rey. El conde regresa a Kent como un mendigo, simbolizando su giro en el volante.