El ingrediente principal de Botox es la toxina botulínica, que es una neurotoxina producida por la bacteria Clostridium botulinum. La toxina botulínica es la toxina más letal conocida por el hombre; un solo gramo es capaz de matar a un millón de personas, y unas pocas libras de la toxina pueden acabar con la humanidad.
La bacteria Clostridium botulinum se presenta en casi todo el mundo y es relativamente inocua. Se vuelve peligroso cuando la bacteria comienza a volverse vegetativa y comienza a crecer. Una vez que la bacteria se sobrepobla, comienza a morir produciendo la peligrosa neurotoxina. Se sabe que la toxina botulínica causa botulismo, que es una condición médica mortal en humanos y animales.
La popularidad de la marca Botox, sin embargo, se debe a su capacidad para reducir temporalmente las arrugas en la cara. En dosis extremadamente bajas y controladas, inyectar la toxina botulínica en músculos específicos paraliza de manera efectiva los músculos objetivo, evitando que se contraigan y produzcan arrugas y arrugas en la cara.
Más que un tratamiento para las arrugas, la toxina botulínica también tiene importantes aplicaciones médicas. Puede usarse para controlar o tratar afecciones médicas como migraña crónica, blafaroespasmo, distonía cervical idiopática rotatoria, estrabismo, vejiga hiperactiva, parálisis cerebral y parálisis de Bell. La toxina botulínica se administra a los pacientes diluyendo primero el polvo en solución salina e inyectándolo directamente en el tejido muscular. Los efectos de la toxina se pueden sentir y ver en 24 a 72 horas.