El auge del Islam militante coincide con los conflictos de superpotencias en el Medio Oriente durante la década de los 80. Las influencias de las formas más radicales del Islam comenzaron en la década previa.
Desde finales de los años sesenta hasta fines de los setenta, se produjeron grandes cambios religiosos y económicos en el Medio Oriente y Asia. Durante este período, varios movimientos revolucionarios desarrollaron y vieron la acción terrorista como una manera de mover la acción política de una manera que se alineó con las ideologías del movimiento. El análisis del período realizado por investigadores dentro del Departamento de Defensa de los Estados Unidos sugiere que los disturbios entre Israel y Palestina a principios de la década de 1970 llevaron al desarrollo de células terroristas seculares. Las tácticas de estos grupos incluían infligir daños materiales y la guerra de guerrillas. En la década de 1980, el terrorismo urbano había aumentado, al igual que los intentos de infligir víctimas civiles más grandes.
Durante el mismo período, facciones islámicas como la Hermandad Musulmana estuvieron en conflicto con movimientos nacionalistas seculares y crearon oportunidades que ofrecían apoyo social y económico a los ciudadanos. Tales grupos recibieron apoyo de regímenes conservadores que estaban en oposición a las causas nacionalistas. En otras regiones, como Irán, el islam chiita estaba ganando protagonismo.
Al final de la década de 1970, la revolución islámica iraní y la guerra de mujahedines antisoviética influyeron en el crecimiento del Islam chiíta y Hezbolá.