Las hojas de rosal pueden volverse amarillas debido a la falta de agua, araña roja o enfermedades causadas por hongos, como la mancha negra y la oxidación. Otros síntomas son necesarios para identificar la causa exacta del amarilleo.
Cuando el amarilleo de las hojas es causado por la falta de agua, se acompaña de marchitamiento y desprendimiento de las hojas. Esto ocurre principalmente durante el clima cálido y seco y puede remediarse regando más el rosal. Cuando un rosal se infecta con un punto negro, las hojas desarrollan pequeñas manchas rojas, moradas o marrones con contornos amarillos. Con la oxidación, algunas hojas pueden desarrollar manchas rojizas en la parte inferior, mientras que otras se vuelven amarillas y se caen. Los ácaros arañan las hojas, dejando manchas amarillas, que eventualmente hacen que todas las hojas se vuelvan amarillas. Los ácaros se pueden ver en la parte inferior de las hojas.
El estrés por calor es común en los rosales. Esto se debe al calor directo durante la exposición al sol o al calor radiante del suelo. El calor radiante hace que las hojas más bajas del rosal se vuelvan amarillas y eventualmente se caigan. Las hojas superiores se exponen al calor radiante y el proceso se repite. La adición de paja de pino, mantillo o cualquier otro tipo de protección al suelo debajo del rosal resuelve este problema.
Si las hojas no reciben suficiente luz solar, se vuelven amarillas y se caen del arbusto. Esto sucede con las hojas en la parte inferior del arbusto cuando las hojas superiores crecen y evitan que el sol alcance las hojas inferiores.
La fertilización excesiva causa hojas amarillas en las rosas. El fertilizante en realidad quema el follaje y las hojas cambian de color y se caen del arbusto. Esto ocurre tanto con fertilizantes líquidos como granulares. La forma de evitar que esto suceda es usar solo la cantidad recomendada de fertilizante y tener cuidado de no rociar directamente sobre las hojas.
Demasiada agua también hace que las hojas de rosa se vuelvan amarillas. Si el agua se acumula debajo del rosal en lugar de que el suelo lo absorba, se amarillea. El sol se refleja en el agua y provoca el sobrecalentamiento de las hojas, que luego se vuelven amarillas. Si el suelo bajo el rosal se siente húmedo, no necesita agua.