El aluminio es valioso por varias razones: es relativamente liviano, resiste la corrosión y carece de propiedades magnéticas, lo que lo convierte en un elemento práctico para múltiples propósitos. El aluminio se encuentra entre los elementos más versátiles. Resiste las chispas y los daños causados por el calor, lo que lo hace adecuado para su uso en equipos y componentes que conducen el calor.
Entre la clase global de metales y elementos, el aluminio ocupa un lugar destacado en la lista de los más maleables y dúctiles. Cuenta con un diseño suave y flexible, lo que lo hace útil para adaptarse a espacios reducidos y dimensiones inusuales. El aluminio se dobla y se tuerce con presión en lugar de astillarse y romperse, lo que lo convierte en una opción práctica y popular para fortificar materiales frágiles. Aunque entre los elementos más versátiles, el aluminio requiere producción a través de mecanismos artificiales, ya que no ocurre naturalmente en ningún lugar de la Tierra. El aluminio se deriva principalmente de la arcilla, y también se forma a partir de compuestos sintéticos. El aluminio comprende una porción de la corteza terrestre y reside en varios minerales, incluidos el granito y el calcio. Esta sustancia versátil presenta una clara apariencia de tiza blanca. Se combina fácilmente con otras sustancias, facilitando la creación de compuestos de aluminio. El aluminio forma varias aleaciones, incluyendo cobre, magnesio y silicio. La combinación de estos elementos facilita la transmisión eléctrica al combinar la resistencia de los metales de aleación con la naturaleza no reactiva del aluminio.