Los siete pecados mortales del "Infierno" de Dante son la lujuria, la gula, la codicia, la pereza, la ira, la envidia y el orgullo. Dante cruzó caminos con almas condenadas a la condenación eterna mientras viajaba por el Infierno adquiriendo una comprensión más profunda mientras estudiaba su situación. Los pecadores con los que se encontró Dante fueron castigados por el pecado mortal específico del que eran más culpables en la vida.
La lista de siete pecados mortales fue compilada por el papa católico Gregorio el Grande en el siglo VI. Cada pecado se opone a una de las siete virtudes santas: castidad, templanza, abstinencia, paciencia, diligencia, humildad y bondad. La lujuria se define como el deseo sexual excesivo. La gula es un despilfarro excesivo de indulgencia. La avaricia, o avaricia, es otro pecado de exceso, más comúnmente referido al amor excesivo del dinero. Dante veía a la pereza como el pecado medio, caracterizándola como un fracaso en amar a Dios y su creación. Ira es sinónimo de ira u odio y conduce a transgresiones como el deseo de venganza, la violencia abyecta y la negativa a perdonar. La envidia o los celos es el acto de codiciar algo admirable que pertenece a otra persona. El orgullo es el pecado que llevó a la caída del cielo de Lucifer. El catolicismo considera que el orgullo es el primer y último pecado del cual se derivan todos los demás.