La diferencia más notable entre el extinto Megalodon y su contraparte moderna, el Gran Tiburón Blanco, es que el Megalodon era mucho más grande. Los científicos intentan discernir diferencias más sutiles entre las dos especies a partir de la evidencia encontrada en los dientes fosilizados del Megalodon.
Debido a que el Megalodon, como el Gran Tiburón Blanco, estaba hecho principalmente de cartílago y pocos huesos, hay poca evidencia fósil de esta criatura que se extinguió hace aproximadamente 3 millones de años. Los fósiles supervivientes son los dientes de Megalodon, a partir de los cuales los científicos pueden estimar que su cuerpo creció de 40 a 70 pies de largo y pesó hasta 25,000 kilogramos. Comparativamente, el promedio del Gran Tiburón Blanco es de 15 a 25 pies y pesa 3,300 kilogramos. Esta diferencia de tamaño permitió que Megalodon se aprovechara de animales más grandes, como las ballenas, que generalmente están fuera del menú del Gran Tiburón Blanco.
El examen detallado de los dientes de Megalodon fosilizados revela varias diferencias con respecto a su primo moderno, como la profundidad de los dientes en la boca y los cambios en la calidad y el número de dientes de dientes a medida que el animal envejece. Los dientes fosilizados también revelan la naturaleza de las vías nerviosas y los vasos sanguíneos cercanos, que son más grandes y se agrupan en Great White Sharks, pero más pequeños y más separados en el Megalodon.
Estas diferencias matizadas alimentan un debate entre los científicos sobre si reclasificar el Megalodon como evolutivamente más alejado del Gran Tiburón Blanco o no.