Según el modelo de Hardy-Weinberg, la evolución no se producirá si se cumplen las siguientes condiciones: no se produce la mutación, no se produce la selección natural, la población es infinitamente grande, todos los miembros de la población se reproducen, todos se aparean es totalmente aleatorio, todos producen el mismo número de descendientes, y no hay migración dentro o fuera de la población. En el mundo real, algunas de las condiciones nunca se pueden cumplir.
Los biólogos generalmente definen la evolución como la suma total de los cambios heredados en los miembros individuales de una población y se pueden medir como un cambio en la frecuencia con la que aparecen ciertos alelos en el acervo genético. En 1908, Godfrey Hardy y Wilhelm Weinberg propusieron que las frecuencias de agrupación de genes son inherentemente estables, pero que la evolución ocurre prácticamente todo el tiempo porque las siete condiciones en su modelo rara vez se cumplen. Estas condiciones, como la mutación, la elección de pareja, la selección natural y la migración, son influencias evolutivas, y las poblaciones en el mundo real no existen sin ellas. De hecho, solo en situaciones raras se cumple alguna de las siete condiciones, y algunas de ellas, como tener una población infinita o que todos los miembros de la población se reproduzcan en igual número, nunca son posibles. La conclusión natural del modelo de Hardy-Weinberg es que la evolución es inevitable en el mundo real.