Según las Guías de jardín, las adaptaciones del tulipán incluyen un bulbo que conserva nuevos brotes, la capacidad de brotar de las profundidades subterráneas, hojas gruesas, tallos rígidos, pétalos cerosos y colores brillantes. Cada uno de estas características benefician al tulipán y son esenciales para su supervivencia.
Según Garden Guides, los tulipanes han evolucionado para sobrevivir en hábitats abiertos y expuestos con inviernos fríos y húmedos y veranos cálidos y secos. El bulbo de un tulipán consiste en hojas y capullos de flores encerrados por escamas y una túnica exterior dura que los protege. El bulbo evolucionó de esta manera para sobrevivir en suelo rocoso o arcilla pesada. Los nuevos bulbos se producen como pequeños brotes en la placa basal de la planta y en pequeños brotes. Esta adaptación permite que el tulipán se reproduzca sin depender de la flor. Las hojas de un tulipán son carnosas y cerosas, lo que evita que los tejidos se sequen durante el mayor tiempo posible. Los tulipanes crecen bajo el sol brillante, por lo que sus hojas no requieren mucha superficie para absorber los rayos. Los gruesos tallos del tulipán evolucionaron para sostener la flor sobre la hierba y evitar que el viento los soplara. Los pétalos cerosos protegen el estambre y los pistilos del viento frío y seco. Los colores brillantes atraen insectos polinizadores, que ayudan a la reproducción del tulipán.