Las hojas se clasifican en función de sus formas, ya sean acechadas o no, y si las hojas tienen bordes lisos o dentados. Todas las hojas se dividen en dos tipos principales: simples o compuestas.
Una hoja simple es aquella que se sostiene por sí sola, como una hoja de arce. Tiene un pecíolo, o tallo, que lo conecta al tallo de la planta. Las hojas sésiles, aquellas que no tienen un tallo, entran en esta categoría. El maíz tiene hojas sésiles.
Una hoja compuesta está formada por hojuelas distintas, como las que se encuentran en las plantas de brezo. Un gran pecíolo corre por la mitad, con los folletos individuales unidos al tallo principal por sus pecíolos más pequeños.
Las hojas elípticas son como un óvalo expandido, con la longitud al menos dos veces más larga que el ancho. Las hojas lanceoladas tienen forma de lanza con una base más ancha que se estrecha a un punto. Las hojas aciculares tienen forma de aguja, como las hojas de los pinos y los abetos. Las hojas ovadas se parecen a un huevo con una base más ancha que está dividida por el pecíolo. Las hojas cordadas son similares, pero tienen más forma de corazón.
Las hojas de arce son hojas hastadas. Son más anchas en la parte inferior y tienen secciones separadas, llamadas lóbulos, que se ramifican y terminan en puntas puntiagudas. Las hojas lineales, como en el maíz, son largas y delgadas. Los bordes de las hojas pueden ser lisos, con curvas o lobulados, con un borde ondulado.
Dos tipos de hojas, dentadas y dentadas, tienen bordes irregulares.