Las diferencias políticas, lingüísticas, teológicas, culturales y geográficas entre las iglesias occidental y oriental llevaron al Cisma Este-Oeste de 1054. La causa próxima de la división fue la excomunión mutua del Patriarca de Constantinopla y el papa.
Las raíces de esta división eran muy profundas. En primer lugar, la iglesia occidental estaba en Roma, mientras que la iglesia oriental estaba en Constantinopla. Además, la iglesia occidental usaba el latín en sus documentos oficiales y correspondencia, mientras que la iglesia oriental usaba el griego. Esta división geográfica y lingüística facilitó los desacuerdos y dificultó las discusiones cuando surgieron disputas.
Una de esas disputas se refería a una cláusula en el Credo de Nicea, una declaración fundamental de creencia tanto en las iglesias orientales como en las occidentales. La iglesia occidental creyó que el Espíritu Santo venía de Dios el Padre y el Hijo, y así insertó la palabra "filioque", que significa "y el hijo", en el Credo de Nicea. Los líderes de la iglesia oriental se indignaron con este cambio, causando un argumento teológico largo y amargo. Parcialmente en respuesta a este argumento, el Papa intentó afirmar su primacía sobre la iglesia oriental en 1054.
Además, las iglesias tenían diferentes prácticas culturales. La iglesia oriental practicó el matrimonio clerical, usó pan con levadura para la Eucaristía, tuvo diferentes días de ayuno y días festivos y tuvo una relación mucho más subordinada con la autoridad política del emperador bizantino. La iglesia occidental practicó el celibato clerical, usó pan sin levadura y fue relativamente independiente de las autoridades temporales. El cisma este-oeste se produjo debido a todas estas diferencias.