A lo largo de la Edad Media, la religión fue una fuerza fuerte y generalizada en la sociedad. La mayoría de los individuos estaban más preocupados por Dios y por la posibilidad de la vida futura que por los asuntos humanos actuales, dice la Enciclopedia Británica. Cuando se produjo el Renacimiento, esta actitud social comenzaba a cambiar. La religión todavía se practicaba, pero la gente comenzó a centrarse más en los valores seculares o humanistas, en lugar de la espiritualidad, en este momento.
Los asuntos humanos ya no eran vistos como desagradables o inferiores a la posibilidad del cielo del otro mundo. En cambio, la gente comenzó a apreciar su propia humanidad. Una gran obsesión cultural comenzó con los logros humanos y la gente comenzó a sentirse más optimista acerca de sus propias vidas cortas en la tierra, en lugar de sus vidas eternas futuras en el Cielo.
Al principio, el auge del secularismo perturbó a los teólogos y líderes religiosos. Lo vieron como antirreligioso y posiblemente incluso de naturaleza herética. Esta visión continuó hasta el siglo XX, cuando los teólogos comenzaron a reconocer que las enseñanzas religiosas podían aplicarse fácilmente a la existencia moderna, incluso mejorando la experiencia de la vida humana.
El movimiento secularista también permitió a las personas durante el Renacimiento explorar otras visiones del mundo. Los humanistas seculares se sintieron libres para rebelarse abiertamente contra la Iglesia. Quizás sea apropiado que la palabra "Renacimiento" signifique "renacimiento", ya que fue un momento en que la cultura tradicional griega y romana fue desarraigada y reemplazada por una alternativa de pensamiento libre.