La Revolución mexicana puso fin al régimen militar del dictador Porfirio Díaz. Las principales reformas políticas, económicas y sociales se establecieron posteriormente en el país.
La Revolución mexicana fue alimentada por el desacuerdo general entre la gente con respecto al gobierno opresivo bajo Díaz, cuya administración fue bautizada como el "Porfiriato". Aunque la constitución ordenó un proceso electoral público, Díaz y sus amigos pudieron manipular las elecciones a su favor. Una facción que se opuso a Díaz fue liderada por el rico industrial Francisco I. Madero. Formó el Partido Anti-Reeleccionista y se postuló para presidente en 1910. Madero finalmente perdió ante Díaz luego de ser encarcelado días antes de la elección.
Mientras estaba en el exilio, Madero emitió el manifiesto titulado "Plan de San Luis", que pedía un levantamiento violento. Uno de los objetivos principales de la revolución era eliminar las reelecciones. A Madero se le unió Francisco "Pancho" Villa en los estados del norte y Emiliano Zapata en las regiones del sur. Las fuerzas rebeldes combinadas finalmente derrotaron a Díaz en la captura de Ciudad Juárez, que fue considerado el punto central de la revolución. Una lucha de poder por el liderazgo de México ocurrió entre 1911 y 1920.
Aunque muchos historiadores creen que la revolución terminó en 1920, algunos afirman que no terminó hasta 1940. En un lapso de 20 años, se introdujeron reformas generales en México. Se abolió el sistema de "hacienda", se reconoció formalmente a los sindicatos y las organizaciones agrícolas, se desarrolló la industria petrolera y se estableció un sistema económico mixto.