Si bien las opiniones varían, una creencia es que si una herradura está clavada en un extremo de la puerta abierta, trae buena suerte y sirve como un recipiente que contiene la suerte. En este caso, colgar La herradura con los dos extremos hacia abajo deja escapar la suerte. Otra historia dice que clavar un zapato con los extremos apuntando hacia abajo derrama la suerte sobre las personas en la casa.
El folklore cuenta la historia de un herrero llamado Duncan a quien el diablo vino a visitar. El diablo quería que el herrero lo pusiera con herraduras. Duncan reconoció al diablo y clavó una herradura en su casco y lo encadenó mientras sufría grandes dolores.
El herrero mantuvo al demonio encadenado y no quitaba la herradura atada a su casco hasta que él prometió nunca entrar en una casa con una herradura clavada en la puerta. En la historia, el herrero más tarde se convertiría en San Duncan.
Otra versión del origen de la herradura como afortunada afirma que durante la Edad de Piedra en Europa, existían hadas que se escondían en el bosque una vez que las tribus celtas comenzaron a invadir la tierra. Se culpó a las hadas por cometer contratiempos que van desde lanzar hechizos que impidieron que las vacas dieran leche y causaran infertilidad entre las parejas.
Se dijo que las hadas tenían miedo al hierro y que colgar una herradura sobre la puerta de una casa evitaría sus hechizos.