La lección moral de "El príncipe feliz" de Oscar Wilde es que los peores aspectos de la sociedad moderna pueden ser superados por el amor y la caridad, que tienen la capacidad única de unir a los hombres y hacerlos completos. Wilde escribió el cuento de hadas durante la era victoriana, cuando el East End de Londres estaba inundado por el sufrimiento y el trabajo forzado de los niños, muchos de los cuales fueron obligados a la prostitución y casi todos los cuales vivían en la pobreza extrema. Este contexto social es generalmente aceptado como la inspiración para la historia.
El Príncipe es un personaje multifacético que simboliza tanto los aspectos positivos como negativos de la sociedad, a veces referidos como "senex" y "puer", respectivamente. Durante su vida, el Príncipe está protegido en una vida de lujo y desconoce el sufrimiento de las clases más bajas. Cuando muere, se da cuenta de su sufrimiento, mirando desde su posición elevada como una estatua sobre la ciudad.
Al ver estos males sociales a su alrededor, el Príncipe se propone ayudar a varias personas que necesitan ayuda, incluido un niño enfermo. Para él, el príncipe tiene un trago y toma un rubí de la espada del rey. A pesar del clima inclemente, la golondrina no se siente fría mientras lo hace y el Príncipe explica que este calor es el resultado de hacer una buena acción.