Si bien las perlas naturales y las perlas cultivadas son reales, su creación es la mayor diferencia entre ellas. Las perlas naturales se producen en las almejas y las ostras cuando un irritante, como un grano de arena, entra en las conchas de las criaturas. Para su protección, el bivalvo lo cubre con nácar, una forma de carbonato de calcio. El nácar protege la almeja del intruso y forma capas a lo largo del tiempo, creando una perla natural dentro de la concha.
Los granjeros de perlas insertan deliberadamente semillas, que son pequeñas perlas o trozos redondos de almejas, en los bivalvos de almejas para forzar la creación de perlas. El proceso de cultivo requiere uno o dos años para producir una perla digna de mercado. Por el contrario, las perlas naturales tardan muchos años en crecer a tamaños deseables y pueden costar hasta 10 veces más que sus primos cultivados.
Cuando se inspeccionan, las perlas naturales tienen capas similares a la cebolla causadas por un crecimiento lento. Las perlas cultivadas no tienen esta capa, debido a su rápido crecimiento. Los joyeros a menudo usan esta ausencia de capas para diferenciar las perlas naturales de las perlas cultivadas.
Los granjeros de perlas son capaces de producir perlas en masa con una calidad y un color constantes a un menor costo para joyeros y consumidores en comparación con las perlas naturales. Las perlas naturales siguen teniendo un gran prestigio en la industria de la joyería, pero sus etiquetas de precios las hacen menos populares en el mercado de consumo informal.