El Salmo 91 es un poema, compuesto por Moisés o David, que confiere confianza en la seguridad que Dios le brinda al lector. Algunos consideran que el Salmo 91 es una profecía mesiánica, particularmente al leer su segunda mitad.
Los versículos 1 y 2 del Salmo 91 representan a Dios como una sombra y una fortaleza a la que sus sirvientes pueden acudir en busca de descanso y protección, respectivamente. Los versículos 3 y 4 comparan al siervo de Dios con un pájaro que puede ser atrapado por un cazador. El salmo usa la trampa de un cazador para explicar cómo los diferentes problemas, como la enfermedad, pueden hacer que una persona se sienta. Sin embargo, el salmo explica que Dios puede liberar a una persona de tal trampa. El versículo 4 compara particularmente a Dios con un ave más grande que protege a sus crías con sus alas. Los versículos 5 al 10 amplían los desafíos que Dios promete para salvar a sus siervos, incluidas la enfermedad, la guerra y la persecución de los impíos.
Los versículos 11 al 13 explican que Dios delega la tarea de proteger a sus siervos a sus ángeles. La protección que estos ángeles permiten a los siervos de Dios vencer la influencia de Satanás, representada por un león y una serpiente. Mateo 4: 6 aplica este pasaje a Jesucristo, que hace que algunos lectores vean todo el Salmo 91 como un mensaje de Dios al Mesías. Los versos finales, 14 a 16, se interpretan como hablados por Dios mismo. Estos versículos son una declaración final de que Dios escucha las oraciones de sus siervos y está dispuesto a proteger a quienes confían en él.