La teoría de la mente muestra que existe una conexión directa entre la capacidad de un niño para jugar a fingir y el desarrollo positivo de la mente, especialmente con respecto a las habilidades de negociación, resolución de problemas, habilidades sociales y lingüísticas. < /strong> La capacidad de los niños para jugar juntos los pone en situaciones que les permiten a sus mentes enfrentar nuevos desafíos y aprender de ellos.
El juego para niños, especialmente a una edad temprana, involucra muchas situaciones de aprendizaje natural. En lugar de lecciones planificadas, los niños aprenden involuntariamente a resolver problemas y abordar situaciones haciendo, explorando e incluso fallando. Cuando los niños pueden interactuar con otros, incluso de diferentes edades, hay un aumento notable en la alfabetización y el uso de materiales de alfabetización, como libros, bolígrafos, papeles y materiales de aprendizaje.
Además de las habilidades mentales que los niños aprenden y afilan durante el juego, también mejoran sus habilidades físicas. El tiempo de juego que involucra deportes, áreas de juego u otras actividades físicas aumenta muchas de sus habilidades motoras. Según el sitio web de Virginia Cooperative Extension, los niños que disfrutan de una buena cantidad de tiempo de juego durante el día muestran una mejoría en la coordinación, el crecimiento muscular, el crecimiento óseo, la fuerza y la resistencia. Jugar no solo ayuda al niño a aprender y crecer, sino que lo mantiene saludable y mejora sus habilidades sociales con otros niños.