Las corrientes oceánicas igualan las temperaturas globales al mover el agua caliente del ecuador a las regiones polares y devolver el agua fría. La mayor parte del calor del sol es absorbido por los océanos alrededor del ecuador. Si las corrientes oceánicas no distribuyeran este calor, las fluctuaciones de la temperatura global serían mucho más extremas.
Las moléculas de agua calentadas se intercambian libremente con el aire a través de la evaporación. Cuando el agua del océano se evapora, aumenta la temperatura y la humedad del aire circundante. Las corrientes oceánicas funcionan de manera similar a una cinta transportadora, distribuyendo agua caliente, aire y precipitación para contrarrestar el calentamiento desigual del planeta. Sin esta regulación del clima global, las temperaturas regionales serían tan extremas que gran parte de la Tierra sería inhabitable.
Las corrientes oceánicas se ejecutan en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio norte y en el sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio sur. El tamaño, la forma, la velocidad y la dirección de las corrientes están dictados por varias fuerzas ambientales y características geográficas. El viento, las mareas, el sol, las diferencias de densidad del agua y la rotación de la Tierra afectan gran parte de los movimientos de una corriente. La topografía de las cuencas oceánicas y las características de las masas de tierra cercanas ayudan a guiarlas.
La infraestructura global actual interactúa no solo para mover el agua horizontalmente, sino también verticalmente. Este proceso hace circular por completo los océanos del mundo cada 1.000 años.